De todos es conocido la problemática que se genera tras un divorcio en cuanto a la vivienda familiar.
La legislación no tiene un papel fácil a la hora de regar quién puede seguir disfrutando de un bien tan preciado como es la mayor inversión que las parejas hacen a lo largo de toda su vida.
No referimos lógicamente a la vivienda familiar y su costosa hipoteca. Toda la ilusión que deposita la pareja a la hora de comprarla, se puede transformar en una auténtica pesadilla cuando se trata de tener que abandonarla y dejarla a la pareja con o sin hijos.
Y es que el problema que se genera para la persona que tiene que marchar, es realmente grave. No sólo va a tener que pagar muchos gastos de la vivienda (el más importante la mitad de la hipoteca) sino que va a tener que buscar otra vivienda para poder tener un sitio donde habitar, y en el casos de tener hijos, muy probablemente tendrá que añadir una pensión de manutención para los mismos.
Lo que antes era una situación controlada, con el pago de la hipoteca y disfrute común de la vivienda familiar, pasa a ser una situación tortuosa para el miembro de la pareja que tiene que abandonarla.
En ocasiones, si se hablara de forma civilizada, se podría llegara a acuerdos para que la vivienda se pudiera vender y comenzar cada uno con una nueva vivienda, pero la protección que la ley otorga a los hijos (lógicamente bien razonada) hace que el progenitor que se quede con ellos en domicilio, pueda seguir disfrutando de la casa común sin afrontar los problemas que sí tendrá el que debe procurarse nuevo domicilio.
¿Qué pasa si los progenitores no acuerdan el destino de la vivienda familiar?
Por lo general, si los progenitores no están conformes con la forma en la que se distribuirá la vivienda familiar, es el Juez quien tiene que poner un poco de orden y tomar una medida que sea lo menos perjudicial posible para los hijos. Son éstos, los que gozan de una protección extrema en cualquier divorcio, pasando los progenitores a un segundo plano en cuanto a su protección.
En nuestra opinión, la parte más desprotegida en una separación o ruptura, lo es siempre la persona que tiene que marchar del domicilio y no tiene otro lugar a dónde ir. En ocasiones, con recursos económicos limitados, les es harto difícil buscar nueva vivienda y seguir abonando gastos de la anterior.
Ahí es donde entran los familiares (en ocasiones los propios padres) que pueden ayudar a su hijo o hija en un momento tan necesitado.
No siempre es así, y existen parejas que gozan de una solvencia económica que hace que se puedan permitir vivir en una segunda residencia o incluso venderse o permutarse propiedades comunes que tienen los progenitores. Al tratarse de una ruptura, el trato fiscal de dichos acuerdos, siempre es más favorable.
En el caso de que no existan hijos, la situación es radicalmente diferente. Se puede atribuir al miembro de la pareja que tenga una mayor situación de necesidad, pero lógicamente dicha atribución por lo general será temporal y no gozará de tanta protección en el tiempo como la que se da a los hijos.
Los abogados expertos en rupturas de pareja de Campo & Cavia, hacemos lo posible para que el litigio sea lo más amistoso posible, e intentamos evitar un proceso contencioso que sólo puede llevar a que se tomen medidas en ocasiones perjudiciales para ambas partes.
Campo & Cavia Abogados
Departamento matrimonial