Los numerosos casos de negligencia médica que se dan tanto en la sanidad pública como en la privada, no tienen una vía fácil para reclamar los daños y perjuicios producidos.
Lo cierto es que a pesar de que el paciente detecta muy rápido en qué ha consistido la negligencia y los posibles efectos adversos que la misma puede tener para su salud o la de un familiar, no es tan fácil cuando se trata de desenmascarar dicho error y probarlo delante de la autoridad judicial.
El primer paso, sería la reclamación ante el mismo profesional médico o bien al hospital o centro sanitario donde se ha producido la mala praxis médica. La respuesta suele ser o bien la omisión a la reclamación o simplemente la negación de cualquier tipo de responsabilidad.
Ya desde la primera reclamación el paciente se da cuenta que no va ser un camino fácil. Sin embargo, al iniciar la vía judicial tampono nos vamos a encontrar facilidades por varios motivos:
- En primer lugar, porque nos tenemos que equipar de unos peritos especializados que aseveren que ha habido un error médico. Dichos profesionales tienen que ser absolutamente especialistas en la materia, lo cual quiere decir que sus honorarios no van a ser económicos precisamente. Existen peritos generalistas pero es complicado que un juez los considere al mismo nivel que los peritos especializados que siempre aportan las compañías aseguradoras y servicios públicos de salud.
- En segundo lugar porque si se trata de la sanidad pública, no podemos ir directamente al juzgado, sino que tenemos que hacer una reclamación previa administrativa para posteriormente dejar pasar unos nueve meses sin que el expediente se haya movido prácticamente. Dichos nueve meses son obligatorios con carácter previo a demandar judicialmente a la sanidad pública.
- En tercer lugar, porque nos vamos a enfrentar a peritos de parte de las administraciones públicas que gozan del beneplácito de los jueces, no dudan a la hora de argumentar cualquier punto (aunque no se ciña de forma objetiva a los acontecimientos) que pueda perjudicar al reclamante y beneficiar a los demandados.
- Igualmente, teniendo en cuenta que en ocasiones puede acabar siendo una lotería judicial, se asume un riesgo (en ocasiones más grande que en otras) de pagar las costas que se puedan generar en este tipo de procesos. Interviniendo peritos médicos, los costes pueden ser elevados dependiendo de la cuantía a reclamar.
Se me ocurren muchos argumentos para pensarse bien antes de iniciar una reclamación de dicho tipo, aunque lógicamente, si se han producido unos perjuicios considerables, hay que reclamar para que se pueda hacer justicia.
Eso sí, hay que ponerse en manos de abogados especialistas en este tipo de procesos médicos, ya que si ya es complicado de por sí un procedimiento judicial ordinario, su complejidad aumenta cuando hay que añadir conocimientos médicos a nuestra petición.
Campo & Cavia Abogados
Departamento Negligencias Médicas