En ocasiones, los abogados matrimonialistas tienen que ejercer como psicólogos a pesar de no haber recibido formación alguna en dicho aspecto.
Me refiero aquellos casos en los que los clientes que van a divorciarse o romper su relación, están más necesitados de un psicólogo que de un abogado. El trauma que supone un divorcio, en ocasiones algunos miembros de la pareja lo llevan a una guerra sin cuartel que el Abogado no alcanza a comprender.
La normativa sobre divorcios y separación está muy clara, y en ocasiones son los clientes conflictivos los que no aceptan los efectos de dichas rupturas y solicitan efectos de la ruptura que van más allá de lo que racionalmente un juez puede dictaminar.
En dichas ocasiones, el abogado puede aconsejar el cliente que lo que está pidiendo es difícil que un juez se lo conceda (como podría ser una custodia compartida cuando no se cumplen los requisitos, o pagar una pensión ínfima de alimentos que no da a los niños para comprar siquiera comida para el mes). Los clientes en algunas ocasiones están tan obcecados con su punto de vista que no atienden a razones e insisten en pedir «imposibles al juzgado».
En opinión de los abogados matrimonialistas de este despacho, lo que caracteriza a un abogado honesto, es que realmente explica detenidamente al cliente las razones por las que no está en lo correcto o los motivos por los que un juez nunca le va a dar la razón. En ocasiones hay que saber «parar los pies a determinados clientes» con el objeto de que no vayan hasta el final con unos argumentos que están condenados al fracaso desde el principio.
Piénsese por ejemplo en un caso en que un padre quiere a toda costa en una custodia compartida cuando vive en otra localidad no cercana que la madre de menores de dos años, lo cual obligaría a los niños a que cada semana cambiaran de residencia y tuvieran que recorrer distancias kilométricas considerables para ir al colegio cuando estuvieran fuera del domicilio donde se encuentra el colegio. O en los casos en los que el padre trabaja en turnos de tarde noche y a pesar de ello quiere solicitar una custodia compartida.
En dichos casos, es lógico que por el propio interés de los menores y por su propia estabilidad, sería más conveniente no otorgar una custodia compartida. Eso sí, hay que buscar otras fórmulas para que los niños compartan el mayor espacio posible con el padre (como pueden ser pernoctas inter semanales y visitas al margen de los fines de semana alternos desde el viernes por la tarde al lunes por la mañana).
En definitiva, el abogado debe mantener la mente fría que escuchar al cliente todo lo necesario, pero una vez el cliente ha dado su punto de vista, es el abogado el que debe con toda la mano izquierda posible, orientar y centrar al mismo sobre el panorama que nos vamos a encontrar en el Juzgado y las posibles resoluciones que un Juez podría adoptar en su caso.
Campo & Cavia Abogados
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